miércoles, 6 de abril de 2011

El burumbumbum de las calcomanías de la familia.

Estuve notando en las últimas semanas como se volvió un tema recurrente en las redes sociales lo de estas calcomanías que la gente pega en sus autos, mostrando de qué manera está conformada su familia. Y si algo me sorprendió, tanto como la gran cantidad de personas que adoptaron esta moda, es también, en contrapartida, la gran cantidad de personas que le bajaron la caña a la acción de darle uso al adhesivo.
Es normal, siempre que surge algo nuevo; están quienes se hacen rápidamente adeptos, estamos a los que nos da igual, y están los que odian el nuevo boom. La actitud que me llamó la atención es la de la gente a la que no le gustó el tema. Es una pavada, ¿verdad? Gente que pierde el tiempo quejándose por una boludés, así como yo estoy perdiendo mi tiempo hablando del tema también.
El fin es, dudo mucho que la gente que se queja tanto sobre las calcomanías estén ajenas a todo lo que de repente surge y “tiene onda”, dudo que no quieran comprarse las prendas del último grito de la moda europea, o dudo que no quieran el zapato o el champíón que todo el mundo se compra.
Es eso nada más, ser y dejar ser, si querés llenar tu auto con dibujitos de tu familia, de tus animales o de tus parientes lejanos, metele; y si no te gusta, dejá nomás que la gente a la que sí le gusta lo haga.
Como el tema es una pavada, no quiero escribir mucho hoy. Y si alguien quiere regalarme las calcomanías las acepto, quiero ver cómo va a quedar el auto de mi casa con papá, mamá, 6 hermanos y 3 perros. Todo el parabrisas trasero por ahí me va a tapar.

jueves, 17 de marzo de 2011

Somos pocos... Y nos conocemos todos.

Te habrá pasado si o sí más de una vez, y fue motivo de alegría o de tristeza. La famosa frase: “que chico es Paraguay”. Son miles las situaciones en que tenemos que soltar de nuestra boca esta frase, queramos o no, y no hace distinción de edad, sexo, religión o estrato social.
 ¿Por qué en nuestro país todos se conocen?
Hay veces que eso de conocer gente ya se pasa de la raya.
Por ejemplo, estás saliendo con una mina, hasta sentís que te estás enamorando de ella, tan feliz estás que tenés que expresarlo con tus amigos:
-       Los perros, conocí a una señorita, creo que es la mujer de mis sueños y estoy pensando en pedirle que se convierta en mi novia, y en algún futuro no muy lejano, que sea mi esposa.
-       ¿En serio pio? ¿Y cómo se llama?
-       Lorena.
-       ¿Lorena qué?
-       Lorena López…¿ por qué?
-       Lorena…¿ no es esa Lorena que trabaja en tal parte?
-       Ehhh… si,¿ le conocés?
-       Lorena la de pelo negro…?
-       Sí.
(Es en este momento que empiezan unas sonrisas y alguien suelta un…)
-       Tal y tal de los perros ya le comieron a esa mina boludo, le gusta la joda, encima tenía novio cuando se le comió.
“Que chico es Paraguay”. Toda tu alegría y tus sentimientos al tacho.
Estás en una entrevista de laburo, quedaste preseleccionado solo vos y un tipo con cara de nabo, llega el jefe y comienza a hablar con ambos:
-       ¿Sus nombres?
-       Mario Hannich. (Juan Pérez, dice el otro).
-       Pérez, ¿vos pio no sos pariente de Perico Pérez?
-       Sí, mi papá es.
-       ¡No me digas! Yo jugaba fútbol con él antes allá en el barrio, mi socio ité es tu papá… sería bueno que trabajes con nosotros. Este… ¿Mario era tu nombre verdad? Te podés retirar nomás, gracias.
¿Y las aptitudes? ¿Los exámenes psicológicos para saber si está contratando a un asesino serial?. No. “Que chico es Paraguay”
Y como estas, hay millones de situaciones parecidas, está el que conoce famosos (amigo del hijo del jardinero del Presidente). El que sabe quiénes son todos y nadie sabe porqué (allá se va Claudia, hace poco nomás cortó con su novio y ahora está saliendo con otro ya. Y le preguntás: ¿tu socia es?. No, le conozco de vista nomás).
Y así, la fauna humana paraguaya tiene muchas cosas que llaman la atención, y esta es tan solo una más de ellas, así que atendé con quien hablás, con quien te juntás, con quien salís, porque Paraguay es chico. Somos pocos… y nos conocemos todos.

miércoles, 9 de marzo de 2011

La esperanza de vida de la imaginación.

Días pasados estuvo de visita Alex, mi sobrino, se quedó unos cuantos días con los abuelos y tíos, y a expensas del poco tiempo que paso en casa, traté de sacarle el jugo de alguna manera al que pasé con él, y me dejó colgado con cosas que, al no tener tantos niños diariamente a mi alrededor, no logro darme cuenta facilmente.

Esa mente de 3 años me impresionó, con cosas que yo tenía casi olvidadas: como creer que no hay nada imposible de hacer, como llevar una larga conversación entre dos muñecos, como salirse de la cama por el solo hecho de que ya había sol, y que por eso uno no puede seguir durmiendo.

Quería, pero no pude tanto, por el tiempo (cosa que los años se encargaron de ir quitándome), mirarle hasta que yo pueda volver a recordar aquellas cosas, pero, ya estoy contaminado, no tengo 3 años, crecí, y olvidé gran parte de todo eso.

Y pensé, que las cosas que la misma mano del hombre creó: dinero, más horas de trabajo que horas de vida, etc., son las que se encargan de asesinar a nuestra imaginación, una de las armas más valiosas que tenemos, pero que la vida misma se encarga de quitárnosla rápidamente.

Entonces, ¿cuál es la esperanza de vida de nuestra imaginación?

De niños estamos resguardados bajo eso, es nuestro escudo, no hay imposibles, pero, crecemos, y ese escudo se va rompiendo, se presentan cosas más “reales”. Reales y aburridas. Y así la mayoría va dejando de lado lo verdaderamente importante. Nuestra imaginación viva y pura tal vez no sobrevive más de 8, 9 o 10 años.

Es ahí donde me di cuenta. Sería bueno de vez en cuando, al menos intentar volver a ese estado en el cual la imaginación es más fuerte que cualquier otra cosa. Donde para hacer algo realidad no haga falta nada ni nadie, más que nosotros mismos.

Y ahí seguía Alex, mostrándome eso, enseñándome más y mejor que cualquier otro profesor de colegio o facultad. Tal vez (espero que no) cuando él crezca, le pase lo mismo que a mí, pero así como me ayudó a por lo menos intentar recordar qué se siente, espero que en el momento en el que él sea tío o papá, puedan vislumbrarle esa imagen del pasado, y hacer que mire hacia el futuro, más tranquilo, y más feliz, pensando por lo menos por un rato que realmente todo es posible.

“Prefiero que me vean como una persona infantil y no como una persona que vive mecánicamente la vida que eligió”.

Este es Alex.

lunes, 7 de marzo de 2011

El viaje en micro.

Hace 14 años que me movilizo en micro, por lo que creo que puedo considerarme un peatón activo. Si me pongo a calcular esos viajes de aproximadamente media hora del colegio a mi casa, de mi casa a lo de mi compañero, de mi casa al trabajo, del trabajo a la facultad, de la facultad a mi casa, podemos decir que pasé gran parte de mi vida en los micros, serían como una especie de segundo hogar, bueno, no sé si tanto.
A lo que voy es, que después de tanto subir y bajar a esos mecanismos de transporte, y con todo el auge ahora del tema de la huelga y todo eso, rememoré varios hechos curiosos que me tocaron vivir a bordo de un micro, y quisiera recordar algunos, ya que nunca los anoté. Ocurrieron muchas veces cosas jodidas, y otras más bien simpáticas, desde el popular caballo loco que le roba una cadenita a una tipa hasta combates pugilísticos que no tenían nada que envidiar a un Hollyfield Vs. Tyson.

Lo primero que me viene a la cabeza son los vendedores, los que venden el último lanzamiento de ungüento chino por ejemplo (que podés probar sin compromiso de compra, posiblemente si probaste y no le compraste, a otro le tocó comprar el ungüento usado anteriormente por vos). Especialmente hubo un caso muy particular cuando era muy chico, un tipo que se sube a ofrecer bolígrafos, diciendo que el dinero que recaudaba iba para su señora que estaba internada, como sabemos, hay gente que compra y gente que no, solo que el man este, a todos aquellos que le daban una negativa, para él era una grandísima ofensa, por lo que insultaba y lanzaba maldiciones a esas personas. Terminó siendo rajado a la fuerza del micro… por lo visto no le gustaba que le digan que no. Lo que si compraba eran las colecciones del Vyroreí, la mejor manera de que el viaje no te pese. Hace poco también le vi a uno que vendía “los últimos estrenos del cine Villa Morra”, como si fuera un enviado para promocionar las películas, una manera muy sutil de vender piratería, mucha gente le compró, no siempre podés tener el último Harry Potter junto con los 3 Crepúsculos a un precio bastante bajo.

Están los que llevan la palabra de Dios. Yo siempre me pregunté si está bien que los tipos estos lucren tratando de hacerle rezar a la gente en los micros, pero bueno, cada quien lucha su pan de cada día como le parezca. “Mejor pedir que robar” luego dicen algunos nenitos después de cantarte el último éxito de reggaeton.

Los choferes. Mala gente realmente, está bien que nuestro tráfico sea un caos, que nuestra ciudad esté llena de baches, y que esto colabore con el stress de estos personajes, pero algunos en serio ya se pasan. Estos plagas extrañamente podrían llegar a tener un buen trato con sus clientes. Recuerdo uno que paró, se subió una nenita y arrancó como alma que lleva el diablo, había sido la mamá de la nenita no pudo subir, por ende la nenita comenzó a llorar, ante los reclamos, el chofer paró y abrió la puerta de nuevo, pero no para esperar que llegue la mamá y se suba, sino para que la nena se vuelva a bajar.

Otra vez un chofer armó un quilombo para que una señora que le estaba acompañando a una cieguita pague su pasaje, cosa que, creo yo, está permitido, que una persona acompañe a un incapacitado sin pagar pasaje, tanta alharaca armó que casi tuvieron que bajarse de nuevo, hasta que otro pasajero se ofreció a pagar el pasaje de la señora.

Y como no podía ser menos, me acuerdo de un chofer que se trenzó a golpes con un pasajero porque según decía, el mismo no pagó su pasaje, y el pasajero decía que sí lo hizo pero el chofer no le entregó el ticket, eso fue simpático, pero nunca supe ni sabré quien era el que mentía.

Pero de entre todas las cosas que me tocó ver, la más rara fue cuando el micro en el que estaba viajando para para que una señora suba, mete sus canastas y eso por la puerta de atrás, y cuando la señora intenta entrar resulta que la puerta era menos ancha que su culo, y se queda trancada a mitad de camino, trancada y con poca vergüenza empieza a gritar: ayuuuudaaaaa. Y yo sinceramente no sabía si ayudarle a entrar o reírme, la verdad es que tampoco quería tanto ayudarle, ser espectador de aquello todavía no lograba ser dimensionado en mi cabeza, por suerte otras personas que estaban en la parada la empujaron desde afuera, y la señora pudo formar parte de los pasajeros, ahora, como se bajó no sé porque yo llegue antes a mi casa.

En fin, hay de todo y para todos, sabemos que nuestros micros están destruidos, que el pasaje es una fortuna en comparación a los servicios que dan, que te pueden asaltar. Pero también te ofrece espectáculos que ni en el Circo Rodas vas a ver, sucesos que te llenan de indignación y otros que te van a servir como grandes historias para contárselas a tus conocidos. La fauna humana paraguaya es amplia, y muchas veces es en un micro donde podés verla en su máxima expresión, como un zoológico, pero sin jaulas.