Hace 14 años que me movilizo en micro, por lo que creo que puedo considerarme un peatón activo. Si me pongo a calcular esos viajes de aproximadamente media hora del colegio a mi casa, de mi casa a lo de mi compañero, de mi casa al trabajo, del trabajo a la facultad, de la facultad a mi casa, podemos decir que pasé gran parte de mi vida en los micros, serían como una especie de segundo hogar, bueno, no sé si tanto.
A lo que voy es, que después de tanto subir y bajar a esos mecanismos de transporte, y con todo el auge ahora del tema de la huelga y todo eso, rememoré varios hechos curiosos que me tocaron vivir a bordo de un micro, y quisiera recordar algunos, ya que nunca los anoté. Ocurrieron muchas veces cosas jodidas, y otras más bien simpáticas, desde el popular caballo loco que le roba una cadenita a una tipa hasta combates pugilísticos que no tenían nada que envidiar a un Hollyfield Vs. Tyson.
Lo primero que me viene a la cabeza son los vendedores, los que venden el último lanzamiento de ungüento chino por ejemplo (que podés probar sin compromiso de compra, posiblemente si probaste y no le compraste, a otro le tocó comprar el ungüento usado anteriormente por vos). Especialmente hubo un caso muy particular cuando era muy chico, un tipo que se sube a ofrecer bolígrafos, diciendo que el dinero que recaudaba iba para su señora que estaba internada, como sabemos, hay gente que compra y gente que no, solo que el man este, a todos aquellos que le daban una negativa, para él era una grandísima ofensa, por lo que insultaba y lanzaba maldiciones a esas personas. Terminó siendo rajado a la fuerza del micro… por lo visto no le gustaba que le digan que no. Lo que si compraba eran las colecciones del Vyroreí, la mejor manera de que el viaje no te pese. Hace poco también le vi a uno que vendía “los últimos estrenos del cine Villa Morra”, como si fuera un enviado para promocionar las películas, una manera muy sutil de vender piratería, mucha gente le compró, no siempre podés tener el último Harry Potter junto con los 3 Crepúsculos a un precio bastante bajo.
Están los que llevan la palabra de Dios. Yo siempre me pregunté si está bien que los tipos estos lucren tratando de hacerle rezar a la gente en los micros, pero bueno, cada quien lucha su pan de cada día como le parezca. “Mejor pedir que robar” luego dicen algunos nenitos después de cantarte el último éxito de reggaeton.
Los choferes. Mala gente realmente, está bien que nuestro tráfico sea un caos, que nuestra ciudad esté llena de baches, y que esto colabore con el stress de estos personajes, pero algunos en serio ya se pasan. Estos plagas extrañamente podrían llegar a tener un buen trato con sus clientes. Recuerdo uno que paró, se subió una nenita y arrancó como alma que lleva el diablo, había sido la mamá de la nenita no pudo subir, por ende la nenita comenzó a llorar, ante los reclamos, el chofer paró y abrió la puerta de nuevo, pero no para esperar que llegue la mamá y se suba, sino para que la nena se vuelva a bajar.
Otra vez un chofer armó un quilombo para que una señora que le estaba acompañando a una cieguita pague su pasaje, cosa que, creo yo, está permitido, que una persona acompañe a un incapacitado sin pagar pasaje, tanta alharaca armó que casi tuvieron que bajarse de nuevo, hasta que otro pasajero se ofreció a pagar el pasaje de la señora.
Y como no podía ser menos, me acuerdo de un chofer que se trenzó a golpes con un pasajero porque según decía, el mismo no pagó su pasaje, y el pasajero decía que sí lo hizo pero el chofer no le entregó el ticket, eso fue simpático, pero nunca supe ni sabré quien era el que mentía.
Pero de entre todas las cosas que me tocó ver, la más rara fue cuando el micro en el que estaba viajando para para que una señora suba, mete sus canastas y eso por la puerta de atrás, y cuando la señora intenta entrar resulta que la puerta era menos ancha que su culo, y se queda trancada a mitad de camino, trancada y con poca vergüenza empieza a gritar: ayuuuudaaaaa. Y yo sinceramente no sabía si ayudarle a entrar o reírme, la verdad es que tampoco quería tanto ayudarle, ser espectador de aquello todavía no lograba ser dimensionado en mi cabeza, por suerte otras personas que estaban en la parada la empujaron desde afuera, y la señora pudo formar parte de los pasajeros, ahora, como se bajó no sé porque yo llegue antes a mi casa.
En fin, hay de todo y para todos, sabemos que nuestros micros están destruidos, que el pasaje es una fortuna en comparación a los servicios que dan, que te pueden asaltar. Pero también te ofrece espectáculos que ni en el Circo Rodas vas a ver, sucesos que te llenan de indignación y otros que te van a servir como grandes historias para contárselas a tus conocidos. La fauna humana paraguaya es amplia, y muchas veces es en un micro donde podés verla en su máxima expresión, como un zoológico, pero sin jaulas.